La Obra del Mes - Septiembre 2023
Fausto Pirandello
(Roma 1899 - 1975)
Palestra, 1934-35
Óleo sobre madera de contrachapado, 55 x 59 cm
inv. AM 1064
El cuadro representa a tres figuras masculinas dentro de un espacio cerrado, en cuya pared del fondo hay una puerta: el hombre de la izquierda está saltando a la cuerda, el del centro está sentado de espaldas, mientras que la tercera figura, a la derecha, está entrenando con el punching-ball; detrás de él, al fondo, se vislumbra un cuarto atleta. La paleta de colores gira en torno a modulaciones de gris, rosa y beige, sofisticadamente moduladas en una gruesa estratificación calcárea, que recuerda a la pintura mural. No es casualidad que Melli llamara a Pirandello el "príncipe del gris" por su insólita capacidad para utilizar este color en una amplia gama de matices.
En la apretada composición, con un corte estrecho que toca el borde del encuadre, como casi siempre en la obra de Pirandello, la autorreferencialidad de los personajes parece total; no parece haber conversación ni contacto emocional entre ellos. El resultado es una atmósfera espesa, densa y sofocante, como de expectación, en la que el hombre y el entorno están confinados en una única amalgama.
De particular interés es la temática, la actividad deportiva, tema recurrente en aquellos años también en sintonía con la afición atlética promovida por el régimen y que culminó, en 1936, en la Prima Mostra Nazionale d'arte sportiva. Fue precisamente en la segunda edición de la exposición, en 1940, cuando Pirandello participó, obteniendo el primer premio con Atleti in palestra (1934), obra que guarda marcadas similitudes con la que nos ocupa. En ambos casos, Pirandello evitó cualquier entonación declamatoria y monumental, orientándose en cambio hacia una narración desnuda, antirretórica y desmitificadora.
La pintura Palestra fue presentada (y adquirida por el Governatorato) en 1935 con ocasión de la II Quadriennale de Roma, donde el artista expuso diecisiete obras. Se trata, pues, de una participación especialmente significativa para Pirandello que, tras su regreso de París, su primera exposición individual italiana en la Galería de Roma en 1931 y su presencia en la XVIII y XIX Biennale di Venezia, por fin contempla el reconocimiento público de su valor y recibe una buena acogida por parte de la crítica.
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