Obra de arte del mes - Agosto 2023

El bronce representa a un joven que está al borde de un salto de trampolín. Su cuerpo está desnudo, con las piernas ligeramente flexionadas y el torso inclinado hacia delante; tiene los brazos estirados hacia atrás y las manos entrelazadas con los dedos extendidos. La mirada, fija frente a él, tiene una expresión absorta, casi extraña: el pelo rapado hasta la nada, los ojos muy abiertos, la boca ligeramente entreabierta expresan la concentración que precede a la acción deportiva. La impresión se ve acentuada por el modelado compacto y una superficie lisa y pulida, que realza la tensión de la anatomía.

La escultura, según los documentos registrados en el inventario, fue adquirida por el Governatorato en la I Quadriennale Nazionale d'Arte de Roma, que se inauguró en enero de 1931 en el Palazzo delle Esposizioni y finalizó en junio del mismo año. El bronce, de buena factura, forma parte de ese grupo de esculturas que Lorenzetti ejecutó en muy poco tiempo a partir de 1930 -utilizando bronce o yeso recubierto de una pátina coloreada, para simular la terracota o el metal-, revelando una clara voluntad de recuperar la estatuaria antigua, aunque con un lenguaje moderno que, en su volumetría sintética y casi arcaica, se remonta a la cultura del Novecento.

Nacido en Mantova en 1908 en una familia pobre, Lorenzetti fue apoyado en sus estudios por la Fondazione Franchetti, cuya subvención le permitió asistir a la accademia milanese, donde tuvo, entre otros profesores, a Adolfo Wildt. La prematura muerte del artista, que murió cuando sólo tenía 23 años, hace que las pocas obras que se conservan sean especialmente valiosas. En las colecciones cívicas del Museo di Palazzo Te de Mantova se conserva una réplica del Ragazzo che si tuffa en yeso patinado.

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